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El Bebé Humano, Sentir

Los humanos desde nuestro nacimiento somos capaces de expresar nuestros sentimientos. Cómo podemos observar en los recién nacidos, cuyas emociones involuntarias quedan reflejadas en sus primeros llantos, y esbozos de sonrisas, siendo estas un acto reflejo a las caricias que reciben.

Para que todas estas emociones fluyan de manera sana, el bebé tiene que sentirse seguro y querido, gracias a las personas que les acompañan desde el inicio de sus días y al temperamento de cada niño, que se ve reflejado en cómo cada uno de ellos muestra sus emociones.

Desde los primeros meses de vida, los lloriqueos y sonrisas de los bebés sirven como llamada de atención hacia el adulto, siendo los primeros contactos con el desarrollo emocional saludable para el mismo. Poco tiempo después, hacia los tres meses de edad, se da uno de los primeros cambios emocionales, los llantos y las sonrisas, pasan de ser llamadas de atención hacia el adulto y emociones involuntarias a ser emociones sociales. Empleando la sonrisa como respuesta a un estimulo de la madre o del padre; al igual que el llanto, los tipos de llanto ya son diferentes, distinguiéndose el llanto de angustia, del de hambre entre otros, siendo una clara herramienta comunicativa para con el adulto.

Gradualmente aparecen las emociones básicas, al igual que los niños a corta edad comienzan a reconocerlas en si mismos y en los demás. La alegría, el miedo, la sorpresa, la frustración y la ira, son las primeras emociones que aparecen en los niños. De cada interacción que se tiene con otra persona encontramos una respuesta emocional relacionada a la misma, sin embargo, no todos los niños reaccionan igual, dependerá del carácter/temperamento individual de cada uno de ellos la respuesta emocional que emitan.

La manera en como los progenitores cuidan a su hijo se ve influenciado por el carácter de los mismos, por lo que la respuesta de cada niño variará en función de cómo actúe el adulto. Cabe destacar, que posible modelar la respuesta emocional de un bebé, por ejemplo cambiando el tono de voz y mostrándose cercano al mismo, el bebé capta que su madre/padre está ahí aunque en el momento no pueda atenderle, siendo capaz de adaptarse a la situación sin la respuesta directa del adulto a saciar sus necesidades.

Hacia los 10 meses, se contempla el bonito gesto de confianza bebe-padre y la influencia de los padres en sus hijos. Ante diferentes situaciones extrañas para un bebé, el mismo mira a su progenitor, buscando consejo y/o aprobación ante el nuevo estímulo. Es importante tener en cuenta, que los adultos ayudan al niño a controlar sus emociones, y que el trato que reciben los hijos por parte de sus padres concede al niño diferentes estrategias para controlar sus propias emociones.

Hacia los 18-24 meses de edad aproximadamente, ya han adquirido habilidades propias para inhibir el miedo; además son capaces de expresar sus sentimientos (emociones básicas) desde bien temprano, siendo este el momento en el que dichas emociones adquieren más matices, y gracias al lenguaje que manejan a esta edad la manera de expresar sus sentimientos es aún más amplia.

Hacia esta edad incluso un poco más tarde, los bebés ya tienen conciencia de sí mismos y gracias a ello, nos encontramos en el momento en el que las emociones morales aparecen: el bochorno, el orgullo y la vergüenza. Apareciendo estas dos últimas cuando el niño ya es capaz de reconocer sus logros y sus fracasos. Es importante tener en cuenta que al igual que el resto de las emociones, estás, también están directamente relacionadas con el temperamento individual de cada niño.

En resumen, el “viaje emocional” empieza desde que el bebé nace y transcurre a lo largo de toda su vida. Irán adquiriendo y descubriendo sus propias emociones, y las de los demás a lo largo de su crecimiento. Así mismo, estás variaran gracias a su propio carácter y a las personas que les rodean a diario, pudiendo ser modelado dicho temperamento por las actitudes del adulto; adulto que haciendo sentir seguro y querido a su bebé, este crecerá emocionalmente saludable.

Psicología Infantil École

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